Gas radón: invisible y letal. ¿Qué es y cómo prevenirlo?
El gas radón es un gas radiactivo de origen natural que puede concentrarse en el aire interior. Es actualmente la segunda causa más importante de cáncer de pulmón después del tabaco.
Gas radón: invisible y letal. ¿Qué es y cómo prevenirlo?
El gas radón es un gas radiactivo de origen natural que puede concentrarse en el aire interior. Es actualmente la segunda causa más importante de cáncer de pulmón después del tabaco. Un gas incoloro, sin sabor ni olor, que se produce a partir de la desintegración radiactiva natural del uranio, presente en muchos tipos de suelos y rocas.
¿Cómo se mide el gas radón en un edificio?
La radiactividad se mide en becquerelios (Bq). Un becquerelio corresponde a la transformación o desintegración de 1 núcleo atómico por segundo. En el aire, se mide la concentración de radón por el número de transformaciones por segundo en un metro cúbico de aire (Bq/m3).
El nivel de referencia medio anual nacional, que establece la OMS en su “Manual de la OMS sobre el radón en interiores: una perspectiva de salud pública”, es de 100 Bq/m3. Cuando ese nivel no pueda alcanzarse debido a las condiciones específicas de cada país, el nivel no debería superar los 300 Bq/m3.
Los dispositivos de medición de radón se dividen entre detectores pasivos y activos, con un rango de incertidumbre de entre 8% y 25%, según el tipo de dispositivo. Los dispositivos más comunes suelen ser pasivos, que tienen un precio menor que los activos e incorporan sensores de trazas para partículas alfa, o cámaras iónicas de electreto, para medir la concentración de radón.
Como la concentración del gas en el aire interior puede variar de manera importante a muy corto plazo (en horas), se recomienda realizar mediciones a más largo plazo (por ejemplo, durante 3 meses). Si el inmueble cuenta con un sistema de ventilación o renovación de aire, es conveniente realizar la medición con el sistema apagado, y con el sistema encendido, en ambos casos durante un tiempo prolongado.
Existen equipos de bajo coste como el RadonEye RD200, o Airthings Wave, mostrados en la Figura 2 y Figura 3.
El gas radón y el Código Técnico de la Edificación
En su actualización del 2019, el Código Técnico, en su Documento Básico HS Salubridad, Sección HS6 “Protección frente a la exposición al radón”, establece un ámbito de aplicación y una exigencia con relación al gas radón con un nivel de referencia para el promedio anual de concentración de radón en el interior de los locales habitables de 300 Bq/m3 (el triple de lo que recomienda la OMS).
Aplicable a todos los edificios de nueva construcción, ampliaciones, cambios de uso y reformas de edificios existentes, la normativa exige las siguientes medidas, conforme la zona de riesgo:
Nivel 1:
- Barrera de protección entre los espacios habitables y el terreno
- Cámara de aire ventilada entre los espacios habitables y el terreno
Nivel 2:
- Barrera de protección entre los espacios habitables y el terreno
- Sistema adicional de protección:
- Cámara de aire ventilada entre los espacios habitables y el terreno.
- Un sistema de despresurización del terreno que permite extraer los gases del terreno.
El mapa de gas radón de España conforme la clasificación de nivel 1 y 2 del HS6 se muestra en la Figura 4.
¿Cómo entra gas radón en un edificio y como se puede evitar?
El radón entra en un edificio por las fisuras y aperturas en los cerramientos, principalmente por los que se encuentran en contacto con el terreno (soleras, muros de contención etc.), por lo tanto, la concentración del gas suele ser más alta en las plantas inferiores o bajo rasante (sótanos y plantas bajas). Esto se acentúa durante el periodo de calefacción, donde el aire caliente sube y, por efecto chimenea, crea una infiltración de aire en las plantas inferiores y/o en contacto con el terreno (con una exfiltración de aire en las plantas superiores).
Se puede reducir y/o eliminar la entrada de gas radón mediante una lámina barrera de aire resistente al gas, con un coeficiente de difusión frente al radón menor a 10-11 m2/s. Se muestra un ejemplo en la Figura 5. Es imprescindible que la barrera tenga una continuidad completa en encuentros, juntas, puertas y pasos de instalaciones selladas. Es recomendable realizar un ensayo de hermeticidad al aire en fase de obra para detectar fugas y corregirlas.
En zonas de Nivel 1, como alternativa, se puede proyectar una cámara de aire ventilada entre los espacios habitables y el terreno (por ejemplo, un forjado sanitario), aunque es una solución menos segura que una barrera de aire.
En zonas de Nivel 2, la barrera de aire es imprescindible, junto con una cámara de aire ventilada o bien, un sistema de despresurización del terreno.
Este sistema consiste en instalar una red de conductos perforados de captación, con extractores mecánicos que conducen el aire al exterior. La despresurización del terreno presenta los mismos inconvenientes que la cámara ventilada y adicionalmente depende de un sistema mecánico, siendo esta solución aún menos segura y robusta que la cámara ventilada.
Aunque se han realizado pocos estudios epidemiológicos del posible vínculo entre gas radón en el agua potable y la incidencia de cáncer de estómago, un estudio realizado por Kyle P. Messier and Marc L. Serre de la University of North Carolina, E.E.U.U indica que el radón en el agua potable aumenta el riesgo de cáncer del estómago. Por lo tanto, el agua se convierte en una vía de entrada doble, por ingestión de agua contaminada o por respirar gas radón evaporado del agua de consumo. En circunstancias normales, la cantidad de radón que se inhala al respirar es mayor a la que se ingiere al beber.
Se puede reducir y/o eliminar el radón en el agua potable mediante filtros de carbón activado granular, aunque hay que tomar en cuenta que el filtro en sí puede acumular radiactividad y debería de ubicarse fuera de la envolvente térmica (en un garaje, por ejemplo), cuidando su tratamiento como residuo tóxico al final de su vida útil.
Estudio de la incidencia del gas radón en 122 viviendas en Irlanda
Barry Mc Carron, Xianhai Meng y Shane Colclough realizaron un estudio de medición de gas radón en 122 viviendas en Irlanda, 97 de las cuales tenían certificación Passivhaus y 25 viviendas eran convencionales (de referencia). Los resultados se aprecian en la Figura 6. El nivel medio de presencia de gas radón en el interior de las viviendas Passivhaus era por debajo de 40 Bq/m3, tanto en planta baja como primera. No obstante, en las viviendas convencionales el nivel medio era de 104 Bq/m3 en la planta baja, y 69 Bq/m3 en la planta primera.
Las diferencias muestran claramente la eficacia de una capa hermética al aire para prevenir la entrada de gas radón: uno de los requisitos de la certificación Passivhaus es tener un nivel de infiltraciones de aire n50 ≤ 0,6, comprobado mediante un ensayo de hermeticidad “Blower Door”.
Pero no solo esto, las viviendas Passivhaus cuentan con un sistema de ventilación controlada con recuperación de calor, que renueva constantemente al aire, eliminando el aire viciado y contaminado, e introduciendo aire fresco y filtrado (precalentado por la recuperación del calor del aire de extracción). Esto se puede apreciar en la gráfica de la Figura 7, donde el Profesor Walter Reinhold Uhlig de la Universidad HTW de Dresde, midió el gas radón en una vivienda Passivhaus con el sistema de ventilación controlada encendido, y apagado. Con la ventilación apagada, en determinadas estancias el nivel de radón aumentó hasta 350 Bq/m3, habiéndose mantenido por debajo de 100 Bq/n3 con la ventilación funcionando.
Es sorprendente que el gas radón haya pasado desapercibido entre profesionales del sector, administraciones y profesionales sanitarios, considerando su letalidad. Gracias a una mayor concienciación al respecto, junto con la actualización del CTE, ya no podemos obviar la necesidad de tratar, medir y prevenir la entrada de radón en nuestros edificios.
Los resultados empíricos mostrados arriba, indican que una barrera de aire o de gas radón, junto con un sistema de ventilación controlada, es una combinación muy eficaz para reducir el ingreso del gas radón en un edificio y proteger así la salud de los usuarios.